V. Silván / elbierzonoticias.com
Fotos: Quinito
Érase una vez en un rincón del Bierzo, un pequeño pueblo de calles empedradas y encantadas casas hechas de pizarra, piedra y madera, con floridos corredores con vistas a las montañas. En su centro sorprendía una bella iglesia milenaria, que se levantaba hacia el cielo, con unos curiosos arcos con forma de herradura marcando su entrada y dedicada a Santiago. Dicen que en sus alrededores se oculta una cueva, donde siglos atrás se retiraba a orar un monje eremita llamado San Genadio, al que el rey leonés Ramiro II agradeció la ayuda prestada para ganar una importante batalla en Simancas (Valladolid), allá por el 939, con la entrega de una valiosa pieza de orfebrería, una cruz griega de latón y chatones de pedrería, que con el paso de los años se convertiría en el símbolo de toda una comarca. Leer más