V. Silván / El Día de León
Fotos: C. Sánchez
Todo marchaba bien en el embarazo de Ana Vela, tenía apenas 21 años y estaba muy ilusionada con su primer bebé, hasta que llegó al sexto mes de gestación. “Nos dijeron que tenía un crecimiento retardado, pero no sabían exactamente cuál iba a ser el problema”, recuerda, y en un test basal tuvo prácticamente que salir corriendo hacia el hospital. Nerea llegó antes de tiempo, con apenas un kilo y 950 gramos, unos ojos almendrados enormes y una nariz pequeña “de pico de pájaro”. Era diferente. Era especial. Lo veían.