El falso Girón

El extremeño Eduviges Orozco fue confundido con el guerrillero Manuel Girón tras su muerte en 1949, un error que se mantuvo durante meses.
V. Silván

Hace quince años, el pueblo de Ocero inauguraba un monolito en recuerdo de dos guerrilleros que perdieron la vida en sus montes el 24 de febrero de 1949 y uno de los nombres que quedó grabado sobre él fue el de Eduviges Orozco Palacín, un maquis extremeño curiosamente apodado ‘el Andaluz’ y que murió en la piel del legendario Manuel Girón, con quien le  confundieron –un error que quedó registrado en su acta de defunción y que tardó meses en ser aclarado–.

El falso Girón extremeño, como se refería a él Santiago Macías en su libro El monte o la muerte, fue protagonista de una de las cuatro muertes de Girón –la tercera, antes de la definitiva en las puentes de Malpaso en 1951– en esa fría noche de febrero del 49.

«La confidencia de un antiguo enlace de la localidad de Berlanga del Bierzo puso a las fuerzas represivas tras la pista de un grupo de guerrilleros que iba a pasar a una hora determinada por un punto cercano a la abandonada aldea de Castellanos, próxima a Ocero, en la línea que separa los términos municipales de Sancedo y Vega de Espinareda», relata Macías, que cuenta también cómo el grupo de guardias civiles, con el comandante Arricivita a la cabeza, les prepararon la emboscada que se saldó con la muerte con dos de los siete huidos.

Sus cuerpos fueron cargados en el carro de un campesino de la zona y llevados al pueblo de Vega de Espinareda. Allí se procedió a fotografiar e identificar los cadáveres. El primero pertenecía a Alfonso Rodríguez López, un gallego del pueblo de Soulecín (Ourense). «La sorpresa saltaría durante el reconocimiento del segundo de los cadáveres. Según las características físicas y los documentos incautados, se trataba de la pieza más preciada: Manuel Girón Bazán», apunta Macías.

falso girón
El reportaje El falso Girón, que no llegó a publicarse en El Día de León.

De nuevo, como había ocurrido nueve años antes en Castropodame, la mayor de las hermanas de Manuel Girón, Emilia, fue la encargada de identificar a su hermano. Y así lo hizo, aunque la Guardia Civil dudó de la veracidad de su testimonio y solicitó la presencia de una persona totalmente ajena al entorno familiar del guerrillero berciano, un industrial fiel al régimen de Salas de los Barrios, Emilio Tahoces, que confirmó que era el valioso guerrillero.

«Con la nueva declaración y el posterior cotejo de las fotografías de los cadáveres con las procedentes del Servicio de Investigación, ya no quedó ninguna duda: el muerto era Girón», añade.

Estaban equivocados

El propio guerrillero, según recoge Santiago Macías, pudo leer la noticia de su muerte en la prensa provincial, oculto en una casa de la localidad cabreiresa de Encinedo y el sueño de Arricivita –condecorado por un mérito que no se había producido- se vino al traste ocho meses después, cuando el testimonio de uno de los guerrilleros de Ocero, Antonio López Núñez ‘Objetivo’, aseguró que Girón seguía vivo y que ese día ni siquiera estaba con el grupo.

Entonces, ¿quién era el hombre que había sido identificado y enterrado como Manuel Girón? Tras realizar diferentes pesquisas, se llegó a la conclusión de que el cadáver pudiera corresponder a uno de los evadidos del destacamento penal de las minas de Casaio, en  Ourense, y el principal candidato era el extremeño Eduviges Orozco Palacín, apodado ‘el Andaluz’.

Peluquero de profesión, había sido secretario del PSOE hasta que estalló la guerra

Olvidado durante décadas, en 2001 se empezaban a encajar las piezas que permitirían phone case with card holder conocer quién estaba detrás de ese falso Girón. «Había nacido en la localidad cacereña rebautizada como Arroyo de la Luz, antes Arroyo del Puerco, el 8 de junio de 1910. Peluquero de profesión, había sido secretario del Partido Socialista de su localidad hasta el 18 de julio de 1936», cuenta Macías, que señala que entonces huyó a Mérida y Don Benito, en Badajoz, alistándose en el Ejército Popular de la República y cayendo prisionero en Ciudad Real.

Así, condenado a 30 años de reclusión mayor por adhesión a la rebelión, paso por las cárceles de Cáceres y Celanova (Ourense) hasta acabar en el destacamento penal de Casaio, de donde logró escaparse en la noche del 30 de junio de 1944 para incorporarse a la guerrilla.

Su familia

Santiago Macías logró localizar a la familia de Eduviges Orozco. «En Arroyo de la Luz vivía su única hermana, Felicitas, ya que unos años atrás había fallecido uno de sus hermanos, Eliseo», cuenta el autor de El monte o la muerte. Felicitas, con sus 85 años, no había tenido noticias de su hermano desde la última vez que le vio durante la Guerra Civil.

Su familia, de un pueblo de Cáceres, no supo de su paradero hasta 50 años después

«Y aunque lo suponía muerto, desconocía cuál había sido su final», apostilla Macías, que añade que en 1949 fue requerida en el cuartel de la Guardia Civil de su pueblo, donde «le enseñaron la fotografía de un cadáver al que no reconoció como su hermano… cuando realmente lo era».

Tuvieron que pasar más de 50 años para que, por fin, pudiera «saber dónde reposaban los restos de su hermano, terminando así con la mayor angustia: la de la incertidumbre».

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