El huerto de la felicidad

A POR LA SEGUNDA COSECHA. Dos operarios y once usuarios de Alfaem cultivan hortalizas y frutas en la nueva parcela de Columbrianos cedida por el Banco de Tierras.
CON VALOR TERAPÉUTICO. El trabajo en el campo y el contacto con las plantas se convierte en la mejor «píldora» para mejorar el bienestar físico y mental de las personas.
V. Silván / El Día de León
Fotos: César Sánchez

Más despiertos. Más realizados y con más autoestima. Más concentrados, con menos estrés y con más ganas de vivir la vida. En definitiva, más felices. Así se sienten los dos operarios y once usuarios de la Asociación Leonesa de Familiares y Amigos de Enfermos Mentales (Alfaem) que dedican varios días a la semana al cuidado de su huerto terapéutico en Columbrianos, una iniciativa que arrancó hace un año con la cesión de la primera parcela por parte del Banco de Tierras del Consejo Comarcal del Bierzo -en Camponaraya- y que ahora prepara una segunda cosecha en los nuevos terrenos.

Llegan al huerto cerca de las 10 de la mañana, se cambian y ya están listos para las tareas que cada día les asigna José Antonio Fernández Diñeiro, el encargado de organizar todo el trabajo y los cultivos. Preparar los semilleros, «sucar» -cavar la tierra para hacer los surcos-, plantar y sembrar, quitar hierbas o regar son algunas de las labores que realizan mientras se benefician de los efectos que produce en ellos el trabajo en equipo y manual, el contacto con la tierra, la responsabilidad de cuidar de un ser vivo y la satisfacción de obtener resultados, viendo como las plantas crecen y van saliendo lechugas, cebollas, tomates o pimientos, entre otras hortalizas. Son suyas. Son el fruto de su trabajo y de su esfuerzo.

«Nos han dado un huerto porque piensan que es terapéutico y así es», asegura Nieves Fernández. Ella tiene 57 años, de los que lleva diez en Alfaem, y cree que esta actividad es muy buena y positiva para ella porque le hace estar más despejada y despierta. «Estoy más despierta, más distraída y me gusta más vivir la vida, estoy mejor», confiesa Nieves, que puntualiza entre risas que «además José nos trata muy bien, no nos hace trabajar como esclavos». Ella lo tiene claro, prefiere plantar y regar a hacer surcos porque «mis piernas son pequeñas y me canso rápido» y, aunque le gustan todas las verduras y frutas, prefiere las fresas que aún tienen que plantar.

Nieves ya estuvo trabajando en el huerto de Camponaraya y entre las muchas anécdotas que han compartido en estos meses recuerda las dos veces que ha caído «despanzurrada ». A su lado, buscando la sombra de un árbol, Jessica Rey acaba de incorporarse hace un par de meses al huerto terapéutico. Tiene 30 años y hace poco más de dos años que llegó a Alfaem, donde ahora está viviendo una experiencia muy buena. «No sabía lo que era esto y tener la oportunidad de conocer cómo es el trabajo en el campo, desde que ponemos los semilleros, hacemos los surcos, plantamos y regamos, se ha convertido en una experiencia más en mi vida y muy buena», asegura la joven, que reconoce una mejoría a nivel físico y cognitivo. «Trabajas y eso me ayuda a sentirme realizada», añade.

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El encargado, José Antonio Fernández, en el centro, con los «agricultores» de Alfaem. / C. Sánchez

Nieves y Jessica son dos ejemplos de los once usuarios del centro ocupacional que acuden dos días a la semana al huerto, pero hay otros dos operarios del centro especial de empleo que están contratados y que se encargan de su cuidado todos los días. Uno de ellos es Daniel Fuertes, que lleva trabajando un año, primero en la finca de Camponaraya y ahora en la de Columbrianos, a través del centro especial de empleo de Alfaem, que abre una puerta a la inserción laboral a personas con discapacidad por enfermedad mental.

«Me siento mucho mejor, tengo más autoestima porque tengo un trabajo, antes estaba más aburrido y desganado y ahora me siento más realizado », asegura este ponferradino de 39 años, que entró a formar parte de Alfaem en 2012 con los itinerarios de empleo, para pasar después a los servicios de promoción de autonomía personal y ahora a trabajar en el huerto terapéutico. Para él, cada día es diferente, según lo que requieran los cultivos, por lo que hace que «sea muy entretenido y divertido».

De los tomates al brócoli

«Lo llevamos con alegría y buen humor, ellos son la parte fundamental de todo, que vayan mejorando poco a poco y se sientan útiles», afirma el encargado del huerto, José Antonio Fernández Diñeiro, que explica que el calendario de tareas «no es fijo» sino que se desarrolla según evolucionan los cultivos que se distribuyen en esa finca de 3.200 metros cuadrados, de los que un cuartal -unos 400 metros- está ocupados por árboles frutales y otros dos cuartales por la casa de aperos. Desde que se trasladaron a Columbrianos hace unas semanas, ya han preparado el terreno, desbrozando con el arado de vertedera y el rotavator, y hecho los surcos, ya que van a regar por pie, para empezar con la plantación de las diferentes hortalizas.

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El reportaje El huerto de la felicidad en El Día de León. Publicado el 15 de julio de 2017.

Así, por un lado tienen plantados pimientos «tres venas» del Bierzo y tomates «corazón de buey» y, por otro, lechuga y cebolla de Villafranca, mientras piensan en la preparación de los semilleros para los cultivos de otoño e invierno como son brócoli, coliflor, repollo, lombarda y escarola. «Lo plantaremos a mediados de agosto en esa otra zona y el año que viene al contrario, haciendo rotación de cultivos» apostilla Fernández Diñeiro, que avanza que también tienen pensado instalar un invernadero.

Como el año pasado, las frutas y hortalizas que recogerán en esta campaña las venderán a a varias fruterías y restaurantes del Bierzo a través del centro especial de empleo de Alfaem, generando actividad económica y nuevas perspectivas laborales vinculadas al sector primario.

«Con el huerto estoy más despierta, más distraída y me gusta más vivir la vida, estoy mejor»Nieves Fernández. Villabuena de Balboa, 57 años

«Es una experiencia más en mi vida y muy buena. Me ayuda a sentirme realizada»Jéssica Rey. Ponferrada, 30 años

«Ahora tengo mucha más autoestima porque tengo un trabajo, antes estaba aburrido y desganado»Daniel Fuertes. Ponferrada, 39 años

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Nieves, Jéssica y Daniel, durante la siembra. / C. Sánchez

Todos los beneficios

Y es que ese es uno de los objetivos, junto a la formación y la mejora de la empleabilidad, que permite perseguir esta iniciativa además de la finalidad principal de mejorar el bienestar físico y mental de estas personas. Así lo pone de manifiesto la técnico de Inserción Laboral de Alfaem, Ana Santamaría, que desea «una buena cosecha, mejor que la del año pasado».

De esta manera, la horticultura se convierte en la mejor «píldora» para lograr el bienestar físico y menta de los usuarios de la asociación, que día a día van a desarrollar o recuperar su autonomía personal, mejorar el funcionamiento físico y cognitivo, abordar habilidades sociales e incorporar hábitos de vida saludables.

Y es que según algunos estudios, este tipo de terapia tiene beneficios a nivel físico porque permite practicar ejercicio de forma muy suave y adaptada a todas las edades y a nivel cognitivo porque mejora la memoria, la capacidad de observación y concentración y la organización espacio-temporal. A ello hay que añadir el aspecto emocional que supone reforzar la autoestima, reducir el estrés y la ansiedad y mejorar el estado de ánimo, al tiempo que se facilita la capacidad de relacionarse con otros y de involucrarse en actividades en grupo.

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