Los ecos del ídolo de Noceda

Se cumplen 45 años del descubrimiento de su gran valor histórico y su cesión al Museo Arqueológico.
V. Silván / El Día de León
Fotos: César Sánchez

Se cumplen 45 años desde que el Ídolo de Noceda abandonó el Bierzo para ser trasladado el Museo Arqueológico Nacional en Madrid, para ser expuesto, dado su gran valor, en la sala dedicada a la Edad de Bronce. En la comarca se dejó una réplica en el Museo del Bierzo de Ponferrada y otra réplica en el Museo de Noceda, con la que este verano se reencontró después de décadas Carmen Nogaledo, la niña que sacó a la luz este hallazgo.

Eran los años 60 y en este pequeño pueblo, a la sombra del Gistredo, tenían una maestra amante de la cultura castreña y del patrimonio, Felisa Rodríguez. «Teníamos como profesora a doña Felisa, que era muy aficionada a investigar los castros y el patrimonio. En una de las clases yo recordé que había visto una piedra rara en la casa donde guardábamos las ovejas y decidí llevarla a la escuela», recuerda.

La piedra estaba debajo de las escaleras de la bodega de su abuela materna, donde guardaban el alimento y el ganado, y nadie le había hecho especial caso. Carmen, que entonces tenía unos 12 años, no sabría decir cuánto tiempo llevaba allí ni si tenía alguna utilidad, aunque algunas personas sí señalan que esa piedra labrada se guardaba en esa casa desde hacía varias generaciones, que había sido encontrada en tierras de labranza hace muchos años y que se desconocía la procedenciae, incluso, que había sido utilizada como pesa de telar.

«Yo no sabría decir, no tengo ni idea de por qué estaba en ese lugar y creo que si en ese momento no se la hubiéramos entregado a doña Felisa puede que todavía seguiría perdida por allí», apostilla Carmen, que lo que tenía claro entonces es que «no era una piedra normal y corriente». «Era un piedra que pesaría más de dos kilos, era grande y era evidente que la piedra estaba labrada y trabajada. En aquel momento no teníamos ni idea ni del valor ni de la antigüedad que podía tener, pero estaba claro que no era una piedra sin más», añade.

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Carmen Nogaledo, en casa donde estuvo el Ídolo hasta que ella se lo entregó a la maestra. / C. Sánchez

Carmen lleva viviendo fuera de Noceda desde 1970 y trabaja desde hace 34 años como taxista en Valencia. No estaba ya en el pueblo cuando la valiosa pieza que ayudó a descubrir fue reconocida con un premio de la Misión Rescate que por aquella época se emitía a través de Radio Nacional España, ni tampoco cuando poco tiempo después fue cedida al Museo Arqueológico Nacional de Madrid. Eso sí, está orgullosa de haber podido contribuir, aunque casi de forma involuntaria, a un hallazgo que de algún modo pone a su pueblo en el mapa.

La maestra

«Tenía una gran curiosidad y fue ella quien se encargó de poner en valor ese descubrimiento», cuenta Carmen Nogaledo de su maestra. Felisa Rodríguez y su forma de enseñar ha dejado una profunda huella en Noceda del Bierzo. Maestra nacional y escritora, había enseñado en diferentes pueblos del Bierzo, hasta que tuvo como último destino su pueblo, en el que había nacido en 1912.

Su pasión por la arqueología y el patrimonio le llevó a fundar uno de los grupos de Misión Rescate con el que recibió varios galardones a nivel nacional en las ediciones de 1971 y 1973, concienciando a sus alumnos de la importancia de «respetar y querer su propia historia y rescatar su patrimonio cultural, etnográfico y arqueológico». Precisamente fue el descubrimiento del Ídolo de Noceda con el que obtuvo el Trofeo de Oro de Misión Rescate en 1971 por ser «el objetivo de mayor valor arqueológico», mientras también destacó el hallazgo con sus alumnos de unos mosaicos de cierto valor.

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La maestra Felisa Rodriguez en una fotografía antigua con sus alumnas.

A través del trofeo en Misión Rescate, en abril de 1971 la prensa nacional se hacía eco del hallazgo de este ídolo megalítico, una pieza identificada por el ‘grupo de rescate’ 359, creado por Felisa Rodríguez en la escuela de niñas de Noceda. El premio se traducía, además de en ese trofeo y unos diplomas, en 75.000 pesetas del Ministerio de Educación y Ciencia y otras 25.000 pesetas de la Dirección General de Bellas Artes.

Pero doña Felisa, como la llamaban, también escribía poemas y romances y colaboraba en radio y prensa, como el periódico Aquiana de Ponferrada o el Gemma de Vizcaya. Además, otro de los motivos por los que es tan reconocida esta maestra en Noceda del Bierzo es porque, junto a su hermana Flora, donaron su mejor casa al pueblo para construir una residencia de ancianos, que precisamente lleva sus nombres y que abrió sus puertas en 2002.

Megalítico

La ficha del catálogo del Museo Arqueológico Nacional describe esta pieza como «ídolo realizado sobre un disco grueso de granito de superficie redonda algo ovoide y aplanado por sus dos caras». En su estudio se reconoce que la cronología e interpretación de este tipo de piezas es problemática, aunque establece que su origen estaría entre el 2.500 y el 1.500 a. C. «Su encuadre temporal puede extenderse del mundo megalítico a las primeras fases de la Edad del Bronce», añade la información en catálogo.

El arqueólogo Martín Almagro realizaba un primer acercamiento al Ídolo de Noceda en 1971 y escribía sus primeras conclusiones en el artículo Un nuevo y curioso ídolo hallado en Noceda, en el que contaba cómo llegó a su conocimiento «el descubrimiento de esta piedra que quedó algún tiempo pendiente de valoración, pues el objeto descubierto era harto extraño». Almagro apreciaba la decoración que se extiende por toda la pieza, uniéndose los elementos de una cara con los de la otra.

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El ídolo de Noceda, una de sus cartas labradas. / C. Sánchez

«Esta está lograda con un profundo y perfecto grabado de las líneas, realizado por percusión seguramente», valoraba este «prehistoriador», que dirigió el Museo Arqueológico Nacional entre 1968 y 1981. «No dejamos de reconocer que el simbolismo de este objeto que consideramos un ídolo es difícil de comprender y más de explicarlo razonadamente», reconocía entonces Almagro.

El ídolo presenta una doble perforación que pasa de lado a lado en el centro del tercio superior y estos agujeros podrían representar, precisamente, la cara o el ojo del ídolo. Así, en una de las caras, una línea curva semicircular envuelve el agujero por su parte superior y trazos algo más débiles y curvos por la parte inferior que parecen enmarcar la supuesta cara de esta representación antropomorfa esquemática.

De la parte superior de esa semicircunferencia salen tres líneas paralelas que cruzan por el grueso borde hasta enlazar con el mismo motivo que aparece en el reverso. Debajo del agujero continúan unos trazos curvos que representarían los hombros, mientras que los brazos quedarían indicados por otras líneas paralelas que enlazan con el trazado de la figura grabada en el reverso. Además, una línea vertical cruza toda la figura desde la perforación hasta abajo, con dos líneas paralelas horizontales en su tercio inferior que enmarcan el cuerpo.

A esta representación se le podría dar el valor de una figuración fálica al interpretar la figura del reverso como un símbolo femenino. Así, en el reverso se ve el mismo agujero cónico enmarcado por una semicircunferencia que se prolonga por debajo de la supuesta cara u ojo del ídolo.

Dos líneas oblicuas la unen a la perforación indicando la cabeza con el tocado cayendo por ambos lados de la cara. La cabeza está rematada con las tres mismas líneas paralelas que cruzan a la parte contraria de la piedra. Estos grabados son interpretados como la representación de una figura  antropomorfa femenina, los círculos superiores representarían los pechos y los inferiores las caderas.

Fuera de la comarca

El Ídolo de Noceda es una de las piezas del patrimonio berciano que están fuera de los límites de la comarca y desde 1971 forma parte de los fondos del Museo Arqueológico Nacional, donde está expuesta. No es el único. El cáliz y la patena de Santiago de Peñalba viajaron más lejos, hasta París, para ser incorporados al catálogo del Museo del Louvre.

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El reportaje Los ecos del ídolo de Noceda en El Día de León. Publicado el 9 de octubre de 2016.

Según distintas fuentes, ambos objetos fueron trasladados desde este pequeño pueblo a Astorga y, en el siglo XIX, el Obispado los regaló al arzobispo de Valladolid, el cardenal Moreno. A su muerte, fueron sus herederos quienes vendieron estas piezas a un anticuario y este, a su vez, las revendió en subasta pública a ese museo francés en 1886. El cáliz y la patena pudieron retornar durante una año a la comarca en 1999, gracias a la cesión que realizó el Louvre para su exposición en el Museo del Bierzo.

Otro destino, más cercano, es el Museo de León, donde se exhibe la Cruz de Peñalba y el Edicto de Augusto. A pesar de su proximidad, con estos dos objetos la comarca ha sido más reivindicativa para reclamar su regreso y hace unos meses Coalición por el Bierzo (CB) volvía a reabrir el debate con la presentación de sendas mociones en ayuntamientos y en la Diputación de León.

En cuanto a la Cruz de Peñalba, fue donada en 1879 por el obispo de Astorga al Museo de León, entre cuyos fondos se encuentra desde entonces y mientras una réplica ocupa su lugar en el Museo del Bierzo. Es uno de los símbolos de la comarca y, por ello, su vuelta es una de las peticiones que históricamente han realizado los partidos bercianistas.

En una situación similar se encuentra el Edicto de Augusto, una placa de bronce hallada en 1999 y que recoge texto redactado por orden del emperador Augusto César en el año 15 a. C. y que establecía las gratificaciones oportunas para una tribu de astures, los pemeiobriguenses.


En misión rescate

Misión Rescate fue un popular programa que echó a andar a finales de los años 60 con la colaboración de Radio Nacional de España y Televisión Española (RTVE) y la Dirección General de Bellas Artes, con el objetivo de implicar a los niños en el descubrimiento del patrimonio. Para ello, desde escuelas y colegios se promovía la creación de los denominados ‘grupos de rescate’ y que estaban formados por una maestra y cinco alumnos. El reto de estos grupos eras localizar «una ruina histórica, un monumento, una imagen, un cuadro, un lugar o un objeto histórico, el sitio donde vivió o se alojó circunstancialmente un personaje famoso, o cualquier motivo histórico o artístico que, por circunstancias especiales, esté olvidado o sea desconocido», según recogían sus bases.

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La maestra Felisa Rodriguez con algunas de sus alumnas, en una entrevista para RTVE.

«Tú puedes encender en tus chicos el amor por las huellas de aquellos que nos precedieron […], interesar a los mozos, bucear en la historia y hacer patria desde tu pueblín»Felisa Rodríguez, maestra

Esta iniciativa supo entusiasmar a maestros y alumnos en la búsqueda y el conocimiento de su pasado histórico y artístico a lo largo y ancho de la geografía española, llegando a formarse más de medio millas de ‘grupos de rescate’ por toda España. El mensaje de Misión Rescate era claro y directo: «Tú, maestra, maestro, puedes también enrolarte en este banderín enganche; encender en tus chicos el amor por las huellas de los que nos precedieron, indagar a los viejos, interesar a los mozos, bucear en la historia y hacer patria desde tu pueblín esmaltado de olivos, colgado en la montaña o anclado en la llanura».

Los premios que entregaba este programa dependían de la importancia del hallazgo, que hacía que pudieran ser merecedores de Oro, Plata o Mención de Honor. Así el gran valor que tuvo el descubrimiento del Ídolo de Noceda le hizo merecedor del mayor reconocimiento como «valioso ejemplar» que pasó a incrementar el Patrimonio Artístico Nacional.

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