Mil gotas de memoria

DÍA DEL DESAPARECIDO. La lluvia no empaña el recuerdo de la ARMH a los desaparecidos de la Guerra Civil y el franquismo.
V. Silván / El Día de León
Fotos: César Sánchez

«Llegan unos hombres. Irrumpen en la vivienda, casa, casucha o choza de una familia, rica o pobre, en una ciudad o en una aldea, en cualquier lugar. Llegan en cualquier momento del día o de la noche, habitualmente de paisano, algunas veces en uniforme, siempre armados. Sin dar explicaciones, sin presentar ninguna orden de detención, a menudo sin decir quiénes son y en nombre de quién actúan, se llevan a rastras a uno o más miembros de la familia hacia un automóvil, haciendo uso de la violencia de ser necesario». Así describe la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos el primer acto del drama que lleva a la desaparición forzada o involuntaria de una persona.

En el segundo acto llega la retención, la tortura, la intimidación y la humillación antes de, en el peor de los casos, acabar con sus vidas y ocultar los cuerpos, con un último acto de negación a revelar la suerte o el paradero de esas personas. Y así han llegado a pasar más de 80 años para algunas de las víctimas de la Guerra Civil y el franquismo, entre las que se encuentran 114.226 desaparecidos en España.

Unas víctimas que recordó la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) este miércoles en el Día Internacional contra las Desapariciones Forzadas, cuya celebración se trasladó este año al antiguo cementerio del Carmen. «En la parte civil de este cementerio  tenemos constatadas más de 125 víctimas que fueron enterradas ahí», señaló el vicepresidente de la ARMH, Marco Antonio González, que deseó que este acto de memoria sea extensible a todos los desaparecidos, muchos aún en cunetas y otros lugares donde sus familias no han podido recuperar sus cuerpos.

Desaparecidos en el Bierzo

La ARMH tiene documentadas más de 1.100 muertes violentas durante la Guerra Civil y el franquismo en la comarca del Bierzo, de las que cerca de medio millar pueden ser tipificadas, según los registros civiles, como «desapariciones forzosas» que conllevan un doble sufrimiento: el de las víctimas y el de sus familiares. Una estrategia utilizada durante esos años para intimidar y aterrorizar a quienes se oponían al «glorioso movimiento» y la posterior dictadura, mientras se favorecía la impunidad de los responsables y se prolongaba el dolor de familias enteras.

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Una de las fotografías de Robés que forma parte de la exposición por el Día del Desaparecido. / C. Sánchez
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La lluvia no impidió el homenaje de la ARMH a los desaparecidos. / C. Sánchez

Y es que, insiste el informe de la ONU, los efectos de la desaparición forzada perduran hasta que no se resuelve cuál es el paradero y se recupera al ser querido, prolongando y amplificando el sufrimiento. El vicepresidente de la ARMH puntualizó que las cifras de desaparecidos en el Bierzo son aproximadas, teniendo en cuenta sólo aquellas víctimas que figuran en los registros directamente como «desaparecidos de su domicilio» o están inscritas como «paseadas» y sin señalar un lugar de enterramiento -no figura ningún sitio o se da una localización tan amplia como «término de» Ponferrada, Bembibre o Pombriego, por ejemplo-.

También es significativo el hecho de que su fallecimiento sea inscrito varios años después de su muerte. «Hay debate y algunos dicen que quienes están en cementerio y documentados no son desaparecidos, pero eso que se lo expliquen a Ascensión Mendieta por qué su padre no estaba en la fosa número dos», apostilla Marco Antonio González. Ese es el caso de cuatro mujeres, cuyos nombres fueron recordados en el acto de la ARMH, que fueron detenidas, vejadas y represaliadas, para después ser enterradas en el cementerio del Carmen de Ponferrada sin que sus familias pudieran recoger sus cuerpos. «Carmen Blanco Macías, Carmen Jerez Rodríguez, Asunción Macías Gallego y Vicenta Moral Franco », sonaron sus nombres bajo la lluvia, que no logró empañar su recuerdo ni el del resto de víctimas.

La historia de Avelino

Entre esos cientos casos de desaparecidos bercianos destaca el de Avelino López Castro, cuya desaparición fue denunciada por su propia esposa, Petra Delgado Moldes, a través de una carta manuscrita y en la que ya se presenta como «viuda». Se dirige «triste y desconsolada» al general de la VIII Región Militar de La Coruña para explicar la situación de su «desaparecido esposo», que el 30 de septiembre de 1936 fue llamado por el jefe de la Falange de Villafranca del Bierzo, Ramiro Sánchez García, y el alcalde, Manuel Carrete, para que rindiera cuentas como recaudador y depositario municipal que era. Ese mismo día, Avelino salió de Arnadelo pero «ya no regresó, ni aquel día ni los otros, hasta el día de hoy».

«Para matarlo, lo martirizaron, pegándole siete tiros en partes no mortales de momento, para hacerle sufrir más»Carta de Petra Delgado

En la misiva, Petra explica que, por las averiguaciones que hizo, su marido fue asesinado esa noche en el ‘prado de las Calzadas’, en el pueblo de La Portela (Vega del Valcarce), facilitando los nombres de quienes se lo llevaron y testigos. «Para matarlo, lo martirizaron, pegándole siete tiros en partes no mortales de momento, para hacerle sufrir más», relata con crudeza la mujer, que solo pide el levantamiento de los restos y la certificación de defunción para poder legalizar su situación de viudez y la horfandaz de sus dos hijos menores.

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El reportaje Mil gotas de memoria en El Día de León. Publicado el 2 de septiembre de 2017.

Es irónico que las diligencias previas se abran contra el propio Avelino, acusado de un «delito de haber desaparecido», sin ir más allá «al no haberse podido lograr determinar por qué apareció muerto en la carretera, ni mucho menos quieren fueron los autores de su muerte, probablemente originada por choque con la fuerza pública en los primeros y angustiosos momentos del alzamiento». Su fallecimiento no fue inscrito en el registro civil hasta el 25 de junio de 1979, más de 40 años después. Una impunidad absoluta.

Otros casos

También desaparecido fue Amancio Sarmiento Alonso, natural de Albares de la Ribera y maestro nacional en Noceda del Bierzo. Su cuerpo apareció en el kilómetro 321 de la carretera Madrid-La Coruña, en el pueblo de Cuevas de la Sequeda (Valderrey), y fue inscrito  inicialmente como desconocido. En esa lista también está el nombre de Matías Marcos, un hombre de 32 años de Colinas del Campo que murió por disparo de arma de fuego por la fuerza pública y cuyo cuerpo está en algún lugar del término de Bembibre, o Domitila Vega Charro, que aparece como «huida muerta en Pombriego» el 5 de marzo de 1938, igual que Pascual Vega Gómez y Ceferino Prada Bello.

Hay también paseados de los que no se sabe nada de su posible lugar de enterramiento, es un espacio en blanco, como ocurre con Juan Francisco Fernández Franganillo, un joven de 27 años de Molinaseca; Tomás González Rubial, un hombre de 46 años de Robledo de las Traviesas que fue asesinado el 8 de octubre de 1936 y cuya muerte no está en los registros; el alcalde del Frente Popular de Toreno, Andrés González Balboa; o el pequeño de cuatro años José  Fernández, de Argenteiro (Vega de Valcarce) y que fue paseado junto a su madre en Zanfoga (Lugo.)

Esa misma incógnita sobre su posible paradero sobrevuela sobre aquellos represaliados que aparecen inscritos como «desaparecidos de su domicilio» como causa de la muerte. Así figuran, por ejemplo, Jacobo Bañado y Santiago Álvarez, a ambos los vieron por última vez en julio de 1936 en Matarrosa del Sil.

Sus nombres no pueden olvidarse porque, reivindican desde la ARMH, «no se puede llamar reconciliación a la decisión de abandonar los cadáveres de más de 100.000 personas asesinadas por los franquistas en las cunetas de España».


En ocho imágenes

Para humanizar el antiguo cementerio del Carmen

La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) echó mano de la poesía y la música para recordar a los desaparecidos bajo la lluvia, junto a una exposición de fotografías de José Antonio Robés. Ocho imágenes que reflejan el trabajo de la ARMH y que sirven, según su vicepresidente, Marco Antonio González, para «intentar humanizar » el antiguo cementerio del Carmen, un espacio que quieren recuperar como un espacio de memoria. Y es que el cementerio civil que allí existía fue el lugar donde acabaron más de un centenar de  represaliados y cuyo límite ese día fue señalado con claveles rojos, uno por cada víctima enterrada en él.

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La ARMH traslada al antiguo cementerio del Carmen la celebración del Día del Desaparecido. / C. Sánchez

En las ocho imágenes de gran tamaño que vistieron ese día El Carmen se ven fosas, los restos de los represaliados y alguna vieja fotografía que recuerda quienes fueron. «Para mí la memoria histórica no es una cuestión política, es una cuestión de dignidad y de derechos humanos», afirma Robés, que reivindica el 30 de agosto como «un día para recordar a los desaparecidos y que todo el mundo sepa que seguimos siendo el segundo país con más desaparecidos en el mundo».

Así, defendió la fotografía como su forma de decir «basta ya», igual que otros lo hacen con la poesía y la música, y pedir el respeto por aquellas familias que siguen buscando a sus seres queridos. El fotógrafo villafranquino ha participado en varias exhumaciones, colaborando como voluntario con la ARMH. «Ese es mi compromiso, creo que en esto tenemos que estar todos y poner lo que esté a nuestro alcance », afirmó Robés, para que algo «tan normal» como tiene que ser poder llevarse a sus familiares fallecidos a casa deje de considerarse algo  excepcional. «No se puede dar la espalda», añadió.

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